Atrapada. Perdida. Desconcertada.
No sé qué hago en este mundo. Mi mundo no tiene sentido más que cuando pienso
en el bien, en el mal. En la justicia, en la política o la educación y la
sociedad. Porque no tengo vida. Me refugio en el intento de pensar una forma de
hacer más pasable la vida de los demás. ¿Dónde quedo yo? ¿Por qué me permito
reducirme a nada? ¿Por qué me siento como un agente externo al mundo que solo
observa pero no tiene derecho a interactuar con aquellos de quien pretende
cuidar? No respeto mis sentimientos, ni los entiendo. No actúo sobre ellos, no
digo lo que pienso. Veo a todos hacer parecer que el amor es algo simple. Cada
vez que terminan con alguien, al otro día están con alguien nuevo. O no
terminan y sólo son felices. Y yo observo. Observo al mundo girar, observo a
los demás ser felices y amarse unos a otros de una manera que ignoro y admiro.
¿Por qué no soy capaz a dejarme ir? ¿Por qué no me considero suficiente para
cualquier persona que me interesa de alguna manera? Por qué, no entiendo. No
entiendo por qué mi mayor esfuerzo es reprimir y censurar mis propios
sentimientos, por qué siento que los que pasa con los demás es válido pero lo
mío es ridículo. No entiendo. No entiendo la soledad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario